Forbes no cree que las mujeres sean innovadores. Ese es el mensaje que la publicación estadounidense mandó al mundo al publicar una lista de los cien lideres más innovadores del país en la cual solo incluyó a una mujer.
Barbara Rentler, la ejecutiva de Ross Stores, fue la única mujer mencionada en la lista. Ella fue enumerada en el lugar 75.
¿Sesgo cognitivo o simplemente reflejo de una cruel realidad?
La lista fue ridiculizada instantáneamente en las redes sociales, causando que Forbes respondiera a la controversia con un articulo en su sitio web. La publicación afirmó que, aunque lamentaba la falta de mujeres en la lista, la lista en sí misma fue formulada a través de una investigación metodológica.
La investigación midió cuatro métricas: la reputación de la compañía en innovación, el capital social del líder, la trayectoria probada de innovación de la compañía y la fe de inversores en la creación de valor de la compañía. Forbes afirmó que el problema no fue que no quisieran promover a mujeres como innovadoras, sino la falta de mujeres en posiciones de poder en las empresas más exitosas del país.
Usuarios del internet no se quedaron satisfechos con la explicación de Forbes y muchos cuestionaron la integridad de la investigación—la cual se llevó a cabo por un grupo de hombres—y el hecho que la exclusión de mujeres de la lista no haya causado alarma en el grupo de editores de Forbes antes de su publicación.
Más allá de un problema de representación
En 1929 la autora inglesa Virginia Wolff publicó una de sus obras más reconocidas, Una habitación propia (A Room of One’s Own). En el libro, Wolff denunció los obstáculos que impedían a las mujeres tener éxito en una área que, en su época, estaba dominada por los hombres: la literatura. Además de no tener los recursos financieros ni el tiempo para escribir, Wolff se enfocó en el hecho de que aun cuando las mujeres lograban escribir, los temas que abordaban en sus obras limitaban sus probabilidades de tener éxito. Temas considerados masculinos (por ejemplo, la guerra) generaban más prestigio y reconocimiento de la critica que temas considerados femeninos (por ejemplo, los asuntos domésticos de casa).
Es fácil establecer conexiones entre la devaluación de ideas consideradas femeninas en los años 1920 y la exclusión de mujeres en la lista publicada por Forbes en la actualidad.
La verdad es que hay muchas mujeres que son innovadoras. El año pasado, Forbes publicó una portada mostrando la estrella de reality show y empresaria de maquillaje Kylie Jenner, nombrándola la más joven billonaria del mundo que haya acumulado su fortuna por esfuerzo propio. Al mismo tiempo, Forbes exaltó el éxito de la compañía de maquillaje de la cantante barbadense Rihanna por innovar el acceso al maquillaje a gente con diferentes tonos de piel. Ambas compañías ejemplan innovaciones en el mundo de marketing. Al utilizar su influencia en las redes sociales, Rihanna y Kylie Jenner promueven sus productos, funcionando como empresarias y embajadoras de sus propias compañías. Sus habilidades de conectarse a audiencias constituyen una verdadera innovación en la manera en la cual compañías promueven sus productos. El éxito de ambas compañías se debe en gran parte a sus habilidades de reducir el costo de marketing al cultivar una audiencia de clientes a su disposición. Se puede argumentar que el uso de marketing en ambos casos simboliza el espíritu de innovación mejor que compañías mas tradicionales como Autozone (numero 80 en la lista de Forbes) y HomeDepot (numero 51 ). En las redes sociales, usuarios identificaron a otras mujeres dignas de la lista: la actriz estadounidense Jessica Alba por su compañía de productos de limpieza The Honest Company, Sara Blakely la fundadora de Spanx y Susan Wojciki la ejecutiva del gigante Youtube.
Las innovaciones, por su misma definición, connotan el futuro y nuestra habilidad de trascender problemas y costumbres anticuadas. Quizás por eso la lista de Forbes causó tanta controversia. La ausencia de mujeres en la lista de lideres más innovadores del país no solo constituye un problema de representación, también demuestra que aun cuando hablamos sobre temas futurísticos e idílicos como la innovación, las estructuras de desequilibrio de poder como el sexismo abundan.
La importancia de la innovación no puede ser subestimada. El mundo de negocios y el sector público se vuelven más y más complejos con cada día y muchos campos de estudios adoctrinan a sus estudiantes con la idea que nuestro futuro depende en nuestra habilidad de innovar. Paradójicamente al atribuir un genero a la innovación limitamos quien puede participar en el proceso de innovación que supone crear algo nuevo y mejor.
